viernes, 21 de diciembre de 2012

Apocalipsis maya


Sí, creo que eso lo resume bastante bien. Y para los melómanos la versión completa, que podréis poner en repeat durante las lluvias de meteoritos, coros angelicales, tsunamis y hordas de zombis a lo largo del día de hoy:


Feliz Apocalipsis a todos.



Grey Arkhane

sábado, 8 de diciembre de 2012

Monstruos de alas brillantes


El peso de la espada, muerte plateada de delicado filo y guarda, le recuerda los claroscuros de su propia misión. Las dudas surgen en el momento anterior a la batalla, ni la primera ni la última en que ha de poner en juego su vida y su alma.

Sus pies flotan entre la humedad nubosa. Un gesto de su mano calma a su hueste, ordenada en silenciosas filas tras él. Son el brazo armado del Bien Universal, su reverso violento y necesario. Amargo el sabor de tal paradoja, bilis en el paladar de quién ha jurado verter ríos de sangre para evitar que fluyan mares. Su labor a espaldas de las puertas del Cielo, sus ojos apartados por siempre de la Ciudad de Plata, permanentemente fijos en la oscuridad que amenaza con empañar su fulgor.

La armadura blanca se desliza sin ruido al compás de sus gestos, pesada sobre su forma incorpórea, tachonada de espinas y carmesí de la propia sangre entregada en sacrificio a la pureza que él y los suyos salvaguardan. Son los monstruos irredentos de Dios, bañados en sangre, cuyas miradas afrontan las tinieblas. La paradoja azota su conciencia y la hipocresía de su mera tarea siembra la duda de la verdadera nobleza de su causa, esa causa invisible a sus espaldas.

El Metatrón, que hoy se alza entre ellos, clama con su voz argéntea desde la oscura armadura y las palabras que pronuncian sus coros devuelven sus miradas al mal que hoy afrontan. Entonces el arcángel recuerda. Recuerda el peso de las luminosas alas que hunden sus ardientes haces en la carne de su espalda. Contempla la clase de monstruos que agitan sus armas y escupen blasfemias frente a él, sus rostros supurantes y grotescos, sus fauces dañinas y venenosas, siervos del Sol Negro y el Rey Carmesí, y ante tal verdad, que en instantes ha de poner su alma a prueba, recuerda la necesidad de monstruos como él y el orgullo de su sacrificio, de la sangre que blasona sus armas. Recuerda la Luz Verdadera de la Ciudad de Plata.

Al amparo de la voz del Metatrón, Azyrael alza su espada, y las luminosas alas de la Hueste Celestial avanzan implacables contra el mal.

Grey Arkhane

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ouroboros


La sangre se lleva el calor de mi vida,
y apaga en mis ojos la esquiva sonrisa.

El hierro candente cierra la herida
detiene la hemorragia y la cauteriza.

La llama se acerca a la esquina de tus recuerdos,
empapados en lágrimas de gasolina.

La rueda gira con su rumor incansable
trayendo cambio sin variación,
constante destrucción de lo alcanzado,
ouroboros sempiterno
reptando sobre su vientre escamoso y sangriento.

Pasos que se repiten trazando espirales,
algo termina, algo comienza,
ojos que se abren a lo que no quieren ver,
horror desvelado:
el futuro tiene el mismo rostro que el pasado.

Conozco a cada palmo, maldita la gracia,
lo que ocurrirá en los próximos dos años.
Y tras ellos cada palabra, cada página,
cada capítulo restante de lo que me aguarda en la vida.

Grey Arkhane

jueves, 22 de noviembre de 2012

La voz verdadera

Place Of Memory by 植松伸夫 on Grooveshark  

Hay una voz que conoce el camino. Una voz que no teme al rumor del mundo y que con ojos despiertos a la memoria vive y recuerda. Plenitud, susurra, y la carne cansada y débil se nutre de nuevas fuerzas como si vistiese a un espíritu distinto. Y tal es, pues esa voz es la voz verdadera, aquella que habla con razón y fluye en armonía con la corriente de las emociones. La voz que encierra el poder de un nombre y el consuelo de un sentido, la voz que reside en el origen de mi ser, donde aún brilla con una luz pura.

Pero entre esa voz y yo se alzan cientos de muros, de agrietados senderos que se retuercen y cruzan hasta acabar en oscuros rincones sin salida. Como capas geológicas se agolpan y acumulan en torno a ese núcleo brillante, ocultándolo ante el mundo, opacando su fulgor, tiñéndolo de la sucia y gris ceniza que la erosión arranca de cada dura corteza. Como hilos atrapados en un gigantesco nudo se abren los pasadizos en esa concéntrica muralla: caóticos, entrelazados y erróneos, indescifrables grietas en su seno de roca cuyos salientes y recovecos deforman la voz verdadera en cientos de ecos malvados, perversas imitaciones que emergen a la superficie en constante disputa, enemigas de la razón y perturbadoras de la emoción que llenan los sombríos pasajes del laberinto con su conflicto sangriento e irresoluble.

Ocurre a veces que susurros de verdad escapan de esta prisión de muros y voces y la angustia que todo lo cubre como un manto de niebla baja se disuelve, se evapora, dejando que la voz verdadera resuene con claridad y confianza. Son momentos de paz y certeza, de vida y voluntad. Deliciosos, brillantes y escasos.

Como guardianes celosos los muros se alzan de nuevo, devolviendo la pegajosa niebla de la angustia al confuso panorama de sus resquebrajados paisajes y el molesto fragor de cientos de voces en guerra al interior de una mente demasiado pequeña para contenerlas. Olvidada la certeza de la voz verdadera, todo lo que queda es la habitual monotonía carente de esperanza. 

Grey Arkhane

domingo, 4 de noviembre de 2012

Cuento de Navidad

Humble Stance by Saga on Grooveshark

Me los encuentro al doblar la esquina, absorto en el reflejo de la luz de gas filtrándose entre la niebla que inunda las calles. En un primer momento le echo la culpa precisamente a la niebla del aspecto que muestran a mis ojos, como difuminado y descolorido, pero enseguida los reconozco y les pregunto por tan inesperado encuentro.

El Fantasma de las Navidades Pasadas ya no me habla de tragedias profundas como surcos de ríos desecados, sino de la fe en el futuro que se perdió en algún momento de mi tránsito de ida y vuelta a esta tierra. Se sienta a jugar con sueños de niño, ignorante de que es ya un anciano. Parece darle igual, y se aferra a sus juguetes esperando que estos se conviertan de nuevo en toda la realidad a su alrededor. El pobre infeliz desaparece con una sonrisa radiante y un cómic en las manos.

El Fantasma de las Navidades Presentes me agarra del hombro y con una sonrisa ebria me invita a una birra. “No bebo”, le contesto mecánicamente, él agota su monstruosa jarra y pide otra a un camarero inexistente. “Peor para ti, colega, peor para ti…”. En su mirada alcoholizada alcanzo a ver cierto brillo cruel, ese brillo que sólo se encuentra en la mirada de un perdedor que ha encontrado alguien de quién burlarse, alguien aún más lamentable que él. Sin embargo, se queda callado y serio y le da otro largo trago a su jarra, inexplicablemente llena de nuevo. “Que te den”, sentencia, “masoca de mierda”. Antes de que pueda contestarle, se esfuma en el aire dedicándome un corte de mangas.

El Fantasma de las Navidades Futuras se encoge de hombros y se lava las manos. “Yo ya no tengo sentido, ni trabajo, tío”, parece decirme, “ya no hay navidades futuras”, y lo dice como quién se ha quitado de encima un marrón, la pesada lápida de las expectativas a cumplir, la agobiante perspectiva de conocer el camino que queda por recorrer. Todo él exuda esa actitud relajada y opiácea de quién ha sobrepasado toda la presión que puede soportar y se deja descarrilar por la pendiente al abismo que hay al otro lado. Este se marcha silbando, con las manos en los bolsillos.

“¡Eh! ¡EH! ¿Y el resto? ¿Y los consejos, las advertencias, la moraleja?”, le grito al silencio nocturno, indignado. “Además, llegáis con un mes de adelanto, mamones”, añado. “Hay que joderse”, pienso, “ni siquiera los cuentos navideños me van como deberían”. Me giro y vuelvo a encaminarme a casa. Una hoja de papel arrastrada por el viento viene a estrellarse contra mi pecho. Parece uno de esos típicos panfletos de predicadores y chamanes callejeros.

***21-12-2012, FIN DEL MUNDO SEGÚN LOS MAYAS ¿ESTÁS PREPARADO?***

“Hijos de puta…”

Grey Arkhane

miércoles, 24 de octubre de 2012

Inacción deliberada

Sinner by Neil Finn on Grooveshark 

Hoy el insomnio vuelve a visitarme, y con él el conocido cosquilleo que comparten mis dedos y el fondo de mi consciencia, ese cosquilleo que siempre se traduce en palabras vertidas sobre el papel (o la pantalla). Será que mi musa trasnocha, y con la mala leche que la caracteriza viene a incordiarme para que no la deje sola a estas horas de la noche, con tantas cosas en la cabeza y nadie con quién compartirlas.

Sea como sea vuelvo a gastar tinta dándole vueltas a las mismas ideas de siempre, a esas que me conducen a eternos e inacabables soliloquios: La falta de propósito personal y global, el carácter incompleto y frustrante común a todas mis relaciones personales y el papel de mis huecos y rarezas en ello, el irresoluble conflicto entre mi necesidad de fe bajo crisis constante y mi cinismo nihilistoide, el miedo al futuro y la añoranza de un pasado más sencillo. Vueltas y vueltas en esta espiral sin final aparente, intrascendente y terrible.

Ese propósito se ha grabado a fuego en mi mente, la autoimpuesta tarea en este exilio de nieblas de la resolución de esa espiral inacabable. Resolución que, me doy cuenta, llevo posponiendo largos años. Hasta aquí me han llevado los engranajes del tiempo, la pesada inercia de una vida encauzada que poco o nada me aportó salvo una creciente angustia que una y otra vez me arrastraba con la fuerza de la resaca a las profundidades innavegables de las emociones más dañinas que alberga el corazón humano.

Esta deliberada inacción frente a los engranajes de la costumbre es la reivindicación de mi soberanía existencial. Se trata de una elección egoísta y aristócrata que tomo porque puedo permitírmelo, por el simple hecho de que esos engranajes no contienen la promesa de la guadaña en su detención. Puede echársele la culpa a lo cómodo de mis circunstancias que considere que vivir una vida sin propósito es más deshonroso que no vivir y que esta noción guíe mis actos, pero resulta hipócrita evaluar esta cuestión bajo cualquier otra circunstancia: quizá entonces el propósito estaría claro y la duda no existiría. O si, y me sorprendería tomando la misma decisión bajo mareas menos amigables. Aventurar no tiene sentido, enfrentarse a lo presente (a mis circunstancias, mis huecos y mis miedos, mis perspectivas y emociones actuales) si.

Como un derviche sumido en su trance giratorio pretendiendo alcanzar a dios, como una peonza anclada en un punto fijo, dejo que el equilibrio dinámico pero caduco de esta espiral me guíe hasta su conclusión, hasta su resolución trascendente, antes de dar el siguiente (¿o primer?) paso de mi vida.

Grey Arkhane

sábado, 20 de octubre de 2012

Antes del invierno

Night Before Battle by Saint Seiya on Grooveshark

El aire en Oviedo antes del invierno huele a promesas y melancolía. Al detallado sueño de un niño que nunca llegó a crecer, atrapado en el cálido reflejo de las farolas sobre los viejos muros de la ciudad, a la inocencia sacrificada en el altar de la mera supervivencia.

Cuando se acerca el invierno y cae la noche, el aire en Oviedo se vuelve grave como el bramido del órgano que sostiene sobre sus hombros la alambicada trama de voces que tejen el salmo, y huele a la improbable mezcla del afilado eco de los lobos que aún acechan en la oscuridad y del pesado calor de las brasas que apenas nos defienden de ellos.

Es posible pasear por sus calles y embriagarse de ese viento frío que traspasa todo abrigo pretendido, émulo de hogar o refugio, ese recordatorio de lo que aguarda más allá de nuestros muros y nuestras fantasías esperando a que se agrieten y caigan. Y unido a él en eterna lucha, el calor de la desesperada oposición a ese destino inevitable del hombre, escondido tras la soberbia y la desesperación que encierran las armas de Prometeo. Siempre opuestos y armónicos, danzando en el eterno conflicto que alimenta el Universo.

Quizá persiguiendo la fuente de ese aliento glacial y esquivo, de ese susurro de húmeda hojarasca que niega la empresa humana colándose entre sus improbables torres, se pudiera perseguir por las empedradas calles al espectro huidizo de aquel niño olvidado hasta alcanzarlo en el seno del vendaval cuya naturaleza se empeñó en observar traspasando la protectora muralla de la razón. Y entonces regresar al mundo atesorando el verdadero nombre del Caos o perderse, para siempre, junto a aquel que nunca debí dejar de ser.

Grey Arkhane

domingo, 7 de octubre de 2012

Por qué odio los domingos


Abro los ojos incapaz de permanecer dormido y me recibe el mismo vacío del domingo de ayer. Mi cuerpo lidia con la repentina fatiga de otra noche de sueño sin descanso, la resaca de incontables horrores padecidos bajo la fría máscara de la inconsciencia. Los incómodos relieves del duro colchón presionan mis costillas, sirviendo a los invisibles fantasmas nocturnos que ya huyen de mi memoria. Me levanto y comienzo la primera oración del ritual.

El abrigo del agua despierta los nervios entumecidos y mis pensamientos se abren como pétalos de una flor al vacío que los rodea. Zarcillos de ideas se extienden a través de las gotas que humedecen mi piel, buscando a través del cálido vaho un propósito que me permita escapar al horror del domingo de hoy. El contacto con la tela y la luz del sol los cercena, y antes de que mi mente sucumba recito la segunda oración.

El intenso sabor de las entrañas de un animal muerto se apoya en mi lengua, extendiendo la placentera sensación de sus matices especiados por todo mi paladar, inundándome con su potente aroma de bocado exquisito. Lo disfruto a cada pequeño pedazo que desaparece entre mis dientes, y cuando acaba, expuesto a las largas horas de la tarde, me pregunto qué sentido tiene alimentar este sinsentido. De repente olvido la tercera oración y caigo al vacío.



Despierto algo más tarde, y el proceso de desembarazarme de mi mismo me lleva un largo rato. Como un insecto escapando del capullo que lo protege, corto las ataduras de ese sueño artificial en el que mi mente se sumerge ante el horror del vacío. Me obligo a abrir los ojos, estiro mis extremidades encogidas en torno a mi cuerpo, rechazo la calidez del lecho, la tentación de la dulce inconsciencia, y recuerdo la tercera oración. Me aferro a ella mientras mis pensamientos emergen de nuevo para dominar mis actos y cuando todo se ha estabilizado la entono.

El tiempo se desliza perezosamente a lo largo de la tarde, fluyendo con la lentitud propia de esa pesada viscosidad que el tiempo adquiere en domingo. Mi mente procura olvidarlo, entregada a resolver la entropía de objetos y papeles, de lugares e ideas. Leyendas pasadas se despliegan ante mis ojos, talismanes ocultos se atesoran bajo mis dedos, historia viva se alza a mi alrededor apresada en los pequeños recipientes de su materialidad. Mi mente permanece absorta en ello, pero nada alcanza mi corazón. Olvido el vacío hasta la cuarta oración.

Pequeñas criaturas se agolpan de nuevo en mi boca en un eco salado de la segunda oración. Se acerca el final del día y la ausencia de sentido parece ya menos monstruosa. A esas horas el vacío tiene ya cierto sentido, y la necesidad de inconsciencia una causa justificada. Finalizo la cuarta oración y dejo ir los últimos momentos de este domingo.

Mis pensamientos vagan ahora, condenada enredadera de brotes secos e insondables profundidades, de temblorosos pseudópodos que tantean en busca del sentido perdido que me haga llegar al nuevo día y angustiadas raíces incapaces de asirse a este suelo, a la vez demasiado duro y etéreo. No llegan a ninguna conclusión, no hay conclusión posible. Me abandono a la ansiada inconsciencia, preparándome para el ritual del domingo que vendrá mañana.

Grey Arkhane

martes, 2 de octubre de 2012

El pistolero y la Torre


Seize the Day by Demons & Wizards on Grooveshark 

Comienza a alejarse, se detiene y se vuelve para mirar otra vez a Roland.

Su rostro está sombrío, aunque parte de la enfermiza palidez ha desaparecido. Las sacudidas ya no son más que temblores ocasionales.

-A veces realmente no me comprendes, ¿verdad?

-No -susurra el pistolero-. A veces no te comprendo.

-Entonces voy a explicártelo. Hay personas que necesitan personas que las necesiten. La razón por la que no me comprendes es que tú no eres de esos. Tú me usarías y luego me tirarías a la basura como una bolsa de papel si fuera necesario. Dios se ha cagado en tu alma, amigo mío. Solo que tú eres suficientemente inteligente como para que eso te duela y suficientemente duro para seguir adelante y hacerlo de todas maneras. No serías capaz de evitarlo. Si yo estuviera tendido en la playa y pidiera ayuda a gritos, tú me pasarías por encima si yo estuviera entre tú y tu condenada Torre. ¿No estoy bastante cerca de la verdad?

Roland no dice nada, sólo observa a Eddie.

-Pero no todo el mundo es así. Hay personas que necesitan personas que las necesiten. Como la canción de Barbra Streisand. Trillado, pero cierto. No es más que otra forma de estar enganchado a algo.

Eddie lo mira fijamente.

-Pero cuando se trata de eso, tú estás limpio, ¿no es cierto?

Roland lo observa.

-Salvo por tu Torre -Eddie lanza una risita corta-. Eres un yonqui, Roland. Un drogadicto de la Torre.

-¿En qué guerra fue? -susurra Roland.

-¿Qué cosa?

-La guerra en la que te volaron de un tiro el sentido de la nobleza y los propósitos.

Eddie retrocedió como si Roland le hubiera pegado una bofetada.

-La Torre Oscura, vol.II: La Llegada de los Tres (Stephen King)

jueves, 20 de septiembre de 2012

Metodología del orden

Sign of the Bene Gesserit by Brian Tyler on Grooveshark 

"Arrakis enseña la actitud del cuchillo... cortar lo que es incompleto y decir: "Ahora ya está completo porque acaba aquí"" - Dune, Frank Herbert.

El orden es un proceso costoso. Acometer el caos que durante años ha campado libre por los rincones de lo visible, catalogarlo, compartimentarlo y estructurarlo se convierte en una labor minuciosa y lenta, muy lenta.

El orden es el hijo de la lógica y sólo puede imponerse mediante un método aséptico y quirúrgico, como el de un cirujano al extirpar un tumor o el ritual necesario para comer pescado. Como en estos procesos, no es solo lo sistemático del proceso lo que garantiza el éxito sino también esa peculiar filosofía arrakena en torno a los extremos afilados, el separar lo útil de lo obsoleto, lo sano de lo enfermo. Convertir lo incompleto en completo al eliminar lo sobrante, aquello que lo lastra y pervierte.

En ese ejercicio se quedan atrás bolígrafos que ya no escriben, instrumentos que ya no uso y documentos que ya no necesitaré volver a leer, pero también bocetos que nunca acabaré, ideas que jamás desarrollaré o recuerdos que ya no tienen significado para mi. Esa parte de mi pasado sacrificada al todopoderoso Tiempo y que tan sólo era ya un jirón alimentando el caos.

En esa pretensión de completitud uno se plantea dónde reside el extremo, por qué ha de cercenarse aquí y no allí, eliminar esto y no aquello. Son las propias matemáticas del orden las que determinan la solución, tomando las riendas antes de que la mente o el corazón se planteen que, en realidad, todo es transitorio, todo es prescindible, y que con el cuchillo en la mano un cirujano bien puede transformarse en asesino sin apartarse de la misma línea de pensamiento. Benditas ecuaciones autorresolubles.

Y así transcurren los días, con la frontera entre los reinos del Orden y el Caos reconfigurándose lenta e inexorablemente bajo la implacable máquina de guerra del primero, mientras la mano que sostiene el cuchillo realiza su labor sin una sombra de duda y la mente tras ella se cuestiona si la matemática será tan precisa en el momento en que la punta deje de apuntar hacia fuera y deba dirigirse hacia dentro.

Grey Arkhane

domingo, 16 de septiembre de 2012

Cada simple frase

Closer by Kings of Leon on Grooveshark

Abre los ojos a la niebla que ahora es tu vida. Desembarázate de los sueños que se agolpan en las lindes de la inconsciencia para azotar tu conciencia hasta el último resquicio de tiempo, asume el dolor de tu cuerpo como su estado natural y levántate a saludar al nuevo día que siempre madruga más que tú.

Sumérgete en el agua hirviendo de tus tribulaciones, inhala el vapor ardiente y sueña con ahogar tus pensamientos en él, suave muerte que arruga tus dedos, pero escapa en el último instante, de vuelta a los fantasmas de tu presente que no son sino aquellos otros tú que han logrado ser felices. Olvídalos. Olvida.

Que tus manos sean las artífices del cambio. Desplaza la madera y el conocimiento, mueve bosques de tinta y efigies de héroes y dioses cuyos nombres ya no recuerdas. Siente su peso sobre tus hombros, el tirante entramado de nervios que esconden tus brazos tensándose al aceptar su carga, el sudor resbalando por tu rostro y la base de tu espalda, llevándose consigo los demonios que aguardan bajo tu piel. Conviértete en el trabajo, en la acción pura, olvida que eres persona, olvida que eres hombre, olvida tu rostro y tu nombre y sé la fuerza del cambio que mantendrá todo exactamente como estaba. Exorcízate, oh, espíritu impuro, sana en la niebla de tu nueva existencia y olvida. Olvida.

Sigue el curso del sol destruyendo los extremos incompletos de tu historia ya cerrada, elimina los esbozos de proyectos inacabados, los bosquejos de diseños irrealizados, los bocetos de futuros nunca alcanzados. Selecciona, rompe y rasga. Impón de nuevo el orden a lo que te rodea, convierte tu historia cerrada en el pulcro reflejo tamizado que abomine del caos en que te convertiste, hasta que tú mismo acabes por creer en ello. Reniega de la incertidumbre y la apatía que marcaron ese pasado que ya no existirá nunca más. Olvídalas. Olvida.

Asiste a la muerte del sol y da gracias a los dioses de esta vieja tierra. Un día más, un paso más en la niebla que ha de sanar tu espíritu.

Entonces lee sus palabras llamándote entre un público invisible y silencioso, siente esa opresión en tu pecho que cada simple frase despierta, evocando el candente dibujo de las marcas sobre tu piel, arrastrándote de vuelta a cada uno de los rincones que perdiste. Escucha su voz susurrando tu nombre, convocando a las armas a cada uno de los recuerdos que juraste olvidar. Recuerda.

Recuerda. Y abre de nuevo todas tus heridas.

Grey Arkhane

Tras el último umbral

Death by AoE on Grooveshark 

Con el sordo retumbar del cuero viejo al aprisionar las últimas páginas del libro que ahora cierro, despierto de un sueño de diez años.

A mi alrededor sólo queda la niebla gris y vaporosa que habita cada rincón de esta ciudad, antigua, onírica y atada a mi espíritu con el peso de trece generaciones de reyes tallados en piedra. Niebla que se respira, húmeda y fría, sanadora del alma quebrantada en el largo sueño.

El mundo se ha movido desde la última vez que habité este lugar. Despierto a un hogar que me encuentra cambiado, marcado mi rostro de arrugas, trazado mi pelo de plata, surcado mi corazón de grietas, reseco y curtido por la larga batalla en cuyo sentido nunca llegué a creer. Y tras el sueño queda la certeza del dolor sufrido, de la integridad perdida y la inocencia sacrificada a cambio de una apenas hipotética sabiduría. Qué precio tan alto para una victoria tan incierta.

Suspiro ante este despertar que me convierte en un extraño en mi propia tierra, en alguien tan distinto y no mejor que quién cerró los ojos hace una década para vivir el sueño de Ícaro. Demasiado cerca del sol, víctima de mi orgullo, el último umbral atravesado de vuelta a la vigilia devuelve los restos de un hombre quebrado por el peso de su propia convicción, el interior repleto de sombras y ruinas, de historias medio olvidadas y lecciones desaprendidas.

Y ahora, libre del sueño, doy los primeros pasos solitarios de este tránsito en la niebla cuyo vaporoso tacto me devuelve los susurros de los viejos dioses y la promesa de una ansiada curación, pero tras cuyo manto espectral alcanzo a advertir el implacable juicio de los ojos verdes del Destino.

Grey Arkhane

jueves, 16 de agosto de 2012

Actos de liberación

Tücskök Az Avarban by The Moon and the Nightspirit on Grooveshark  

"Los cuentos de hadas son bien ciertos. No porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que podemos vencerlos" - G.K. Chesterton.

Se materializó en la quietud de la noche como el suave crepitar de una llama al prenderse. La exhalación tejida en volutas de un humo translúcido y azulado se alzó sobre las rocas y raíces que se desperdigaban por el suelo del lugar hasta tomar la forma de un ser humano alto y delgado, envuelto en un manto blanco bajo el cual se atisbaban pedazos de metal herrumbroso.

El rostro descarnado, sin labios bajo la espesa barba blanca, apenas vibró imperceptiblemente cuando dijo:

-¿Quién pronuncia mi nombre? ¿Quién acude a buscarme? -sus rasgos apergaminados se contrajeron en  torno a los ojos blancos, vacíos. Pareció crecer cuando el halo fantasmal que le rodeaba crepitó, agitándose como una llama turbulenta. La cruz carmesí brillaba majestuosa en el centro de su tabardo, volviendo más oscuras las sombras del bosque y las ruinas a su alrededor.

-Ultreia. -dijo el hombre embozado en una capa verde que aguardaba tranquilo frente al espectro, alzando un bastón de avellano hasta colocarlo horizontalmente frente a si y revelando bajo su capa la blanca forma de una concha.

La figura fantasmal se contrajo cuando un espasmo de sorpresa cruzó su decrépito rostro. Tardó unos instantes en responder:

-E suseia...¿qué hace un peregrino tan lejos de la vía jacobea?

-Los tiempos han cambiado, frey. Nuevas vías avanzan a Compostela desde tierras que antes fueron de infieles, y pocos recuerdan a sus nobles protectores.

Una risa seca, carente de humor, se escapó entre los dientes de la criatura.

-Eres sabio al reconocer los viejos juramentos, peregrino. De otro modo -dijo, flotando amenazadoramente hacia el hombre y emitiendo un siseo de furia con cada palabra- ya te habría arrancado la mente y azotado tu alma con el dolor de incontables horrores.

-Basta, frey. -la mirada que el espectro encontró bajo la capucha hizo que detuviese sus amenazas- Vengo con una ofrenda para ti. Con una propuesta y un desafío. He venido a liberarte.

-¿¿LIBERARME?? -el encolerizado espíritu se alzó y comenzó a volar furiosamente alrededor del encapuchado, describiendo un torbellino azulado del que las palabras surgían como promesas de muerte- ¡Liberarme! ¿Qué sabes tú, ridículo mortal, de liberación, o de condena? ¿Qué sabes del dolor eterno que me ata a esta tierra y me niega el descanso? Maldito, maldito una y cien veces que por el juramento hecho a mi Orden no pueda...¡MALDITO! -pequeños guijarros y ramas se alzaron a su compás y golpearon el cuerpo del hombre, que permaneció impasible en el centro del pequeño huracán.

-¡FREY HUGO DE MARIGNAC! ¡Por romper tus votos fuiste condenado, por tu debilidad y tu ambición te fue negado el descanso eterno! -el encapuchado extrajo un frasco cristalino de su capa, en el cual refulgían unas pequeñas luces flotantes, tan intensas como aquellas que despuntaban sobre sus cabezas en el cielo nocturno. Con el pulgar destapó el corcho que lo cubría y derramó el brillante contenido a lo largo de su bastón. Este pareció absorber las luminosas motas y comenzó a despedir el mismo brillo argénteo hasta transformarse en una lanza de luz pura y cegadora- ¡He aquí un arma sagrada, forjada y bendecida con los deseos inexpresados de estrellas errantes! ¡Úsala y recupera tu honor, Hugo! ¡Protege al peregrino! ¡Haz honor a tus votos de nuevo!

El hombre encapuchado cayó de rodillas con un gruñido de dolor. Su capa se volvió negra como ala de cuervo.

-¿Proteger? ¿De qué habría de protegerte, insolente, si no de...?

El espectro no llegó a acabar la frase, deteniendo su iracundo vuelo en seco cuando de entre los pliegues de la capa del hombre arrodillado emergió el Dragón. La cabeza amplia y escamosa giró observando el entorno, con el mismo tejido de la realidad crepitando y crujiendo a su alrededor. Un grito antinatural emergió de las fauces repletas de las finas agujas plateadas de sus dientes, resonando en las viejas ruinas del convento. Los zarcillos de su cresta ondularon a medida que su cuerpo escamoso se liberaba de su prisión humana, saliendo al mundo con el sonido de cientos de almas desgarradas por dientes de sierra. El Dragón se alzó victorioso, elevándose por encima de las ruinas y del estupefacto templario.

-Por San Jorge... -saliendo de su asombro, el espectro avanzó hacia el bastón relámpago que el hombre había creado, recogiéndolo sin detener su vuelo y cargando contra la cabeza del Dragón- ¡SANTIAGO! ¡SANTIAGO!
 
 El combate fue clamoroso. La negra bestia se enroscaba sobre si misma, derribando árboles y rocas, abriendo oscuras brechas en el espacio a su alrededor, grietas en la misma matriz de la existencia, intentando atrapar con sus fauces al veloz espíritu que giraba vertiginoso a su alrededor. El fantasma lanzaba incansable poderosos mandobles con su brillante arma sobre las escamas de obsidiana, liberando tremendas descargas eléctricas que se dispersaban por toda la zona, crepitando violentamente y yendo a formar pequeños incendios en la vegetación. El escenario del ruinoso convento pronto se convirtió en un paisaje apocalíptico tachonado de fuego, relámpagos y agujeros negros, lleno el ambiente de cenizas que flotaban entre la cegadora luz y de los gritos del viejo templario replicando al continuo y estridente gemido del Dragón. Cada golpe resonaba con la contundencia de un trueno, haciendo temblar la misma tierra.

Abajo, en el valle, los escasos habitantes de Valsaín que permanecían despiertos a tales horas contemplaron santiguándose cómo de las viejas ruinas encantadas surgió una terrible tormenta que se prolongó durante horas hasta extinguirse, dejando únicamente los dispersos focos amarillentos de los pequeños incendios que el cataclísmico enfrentamiento había provocado.

El hombre abrió los ojos para ver cómo el Dragón que surgía de su pecho atrapaba al espectro con sus fauces, desgarrando su fantasmal cuerpo. Reuniendo sus últimas fuerzas, Hugo de Marignac, caballero templario, descargó un último golpe con su fulgurante arma sobre el cuello de la criatura, provocando que ambos desaparecieran en un último estallido de luz.

Mareado y desorientado, el encapuchado logró levantarse y dirigirse entre tambaleos hacia el lugar en el que el templario había alcanzado la redención. Recogió el viejo bastón para sostenerse, de nuevo fiel instrumento de madera, y permaneció alerta, observando y escuchando con atención.

Algo se arrastró a su derecha. El hombre se encaró en aquella dirección y apartó con el bastón unas cuantas rocas sueltas de bajo las cuales provenía el ruido. El cuerpo maltrecho de un pequeño lagarto, de escamas negras como la obsidiana y dientes estilizados como agujas se reveló ante él. La patética criatura le miró con aquellos ojos grises de odio puro que tan bien conocía y emitió un molesto chirrido de ira. De su cuello caía un icor blanquecino, sangre de Dragón, manando del profundo tajo que el espectro le había infligido.

-Despojado de tu poder y moribundo...prometí que algún día acabaría contigo.

El reptil detuvo sus espasmódicos movimientos de rabia y volvió a mirar al que había sido su huésped durante tanto tiempo, con un destello de comprensión en los ojos malvados. Ese día había llegado, y la criatura fue finalmente consciente de ello. Con un último grito de desafío, el Dragón agitó violentamente su cabeza alante y atrás, pegando tirones de su cuello hasta que este acabó de desgajarse, decapitándose a si mismo.

Tras ver cómo el cadáver del monstruo se deshacía en cenizas, el hombre encapuchado se alejó del lugar por la vía que bajaba hacia el valle con una sonrisa iluminando su rostro. Él también había alcanzado la liberación.

Grey Arkhane

lunes, 30 de julio de 2012

Via Lactea (caer hacia el cielo)

The Liminal Passage by Eluveitie on Grooveshark  

Según la teoría del multiverso, ahora mismo elijo no escribir esto. Apago el ordenador, me arrojo al acogedor colchón y hundo mi cabeza en la almohada, cayendo inconsciente hasta el nuevo amanecer al que recibo con una sonrisa.

Pero también aguanto algo más de tiempo despierto, poniendo a trabajar mi memoria para llevar las horas recientes a palabras que permanezcan más allá del propio recuerdo, más puro e intenso pero también efímero.

El cansancio en mis piernas y mis hombros guarda el ritmo de incontables pasos naciendo en un sacrificado ascenso bajo el sol poniente y finalizando junto al castillo frente al lago, tan lejos de donde en un principio pensaron llegar, tomado el imprevisible camino de la aventura frente al discurrir de las líneas sobre un mapa. Manos y pies atesoran el tacto del bastón al buscar apoyo, el trabajoso discurrir por los senderos sembrados de cantos y las diversas ascensiones al techo del mundo, de donde mis ojos albergan el vuelo de las águilas sobre los valles y cumbres que se pliegan hacia el horizonte, y mi corazón la pérdida del miedo.

Elegimos, tres aventureros, investigar las maquinaciones de retirados genios maléficos, contemplar la mirada intrigada en el oscuro rostro de la muerte y perseguir al último fulgor del día. Asistimos al horror que habitamos cada día, nuestros pulmones exultantes de aire verdadero y relajados por fin tras tanto tiempo de sufrimiento, nuestros oídos sumergidos en la ausencia de tormento. Y con valor afrontamos la noche, en la complicidad de quienes se encuentran en los rincones del fin del mundo, para caminar al amparo de la cariñosa guía de Selene.

Allí donde a la mañana siguiente nos encontramos perdidos hicimos nuestra la tenacidad de seguir adelante, a la incertidumbre que se cernía sobre nuestro devenir en lugar de acogernos a la falsa seguridad del futuro conocido. Los errores nos llevaron al conocimiento, y este a la experiencia de los pasajes encontrados a bosques que nunca esperamos llegar a ver, al final inesperado y satisfactorio de un día que se dividió en dos.

Y, entre medias, la labor compartida del hogar repentino, el sueño abrigado en la cercanía de quienes comparten tus andanzas, el Gran Misterio expuesto ante nuestros ojos. Bajo la pálida mirada de la diosa y el auspicio de los astros, tres almas cayeron hacia el vacío a través del blanco pasaje a Santiago que cruza el núcleo de nuestra galaxia, Camino sacro en el cielo que refleja a aquel en la tierra. En ese momento nos hicimos pequeños y al tiempo infinitos, bendecidos con la luz de los deseos que habrán de cumplirse, armados con la revelación de la serenidad encontrada más allá de nuestras propias vidas.

Regresamos a ellas al final del día, exhaustos y plenos. Ahora los tres dormimos un merecido y profundo sueño, mientras yo aún cierro la crónica de tales sucesos.

Cosas del multiverso.

Grey Arkhane

miércoles, 25 de julio de 2012

Sturm und drang

Dawnrazor (live) by Fields of the Nephilim on Grooveshark

El olor a ozono rescata mis pensamientos 
del veneno de las pasiones enturbiadas, 
del humo rojizo y pesado que emploma el alma,
de la sanguínea y bestial ansia del sediento.

Efluvio que me devuelve a lo etéreo y amargo,
a la fatiga de la muerte de los sueños,
a la primordial memoria del ancestral miedo,
al camino que entre las sombras aún es largo.

Aserradas dagas rasgan el cielo plomizo,
bálsamo al erial de los desérticos días,
cegadora bendición de su violento filo.

Zigzag que hiende parda tierra y luz podrida,
resplandor argénteo en la mano de los dioses,
atalaya que guía a la embarcación perdida.

Grey Arkhane

Bocado de reyes

Skin and Bones by Foo Fighters on Grooveshark 

Lentamente giras el espetón, permitiendo que las llamas de esa ira perenne y callada que crepita en tu interior laman con cuidado cada porción de la superficie crujiente que rodea tu corazón. Observas cómo estalla una pequeña burbuja de rojiza esperanza que cae al fuego con un chisporroteo y suspiras con la resignación necesaria para las tareas pacientes.

Sin dejar de girar cuidadosamente el tostado pedazo de carne, aplicas con una pequeña brocha una nueva capa de decepción y le añades un chorrito de despecho. Las llamas trepan sobre la carne al contacto del espirituoso líquido, recorriendo las vetas venosas antes de extinguirse. Ahí está el secreto, piensas, en ese añadido continuo de emociones intensas, cada vez menores, que tiento a tiento churruscan cada vez más la corteza del corazón volviéndola dura y crujiente sin que pierda su sabor o se consuma en cenizas, dejando reducir la esperanza que alberga en su interior hasta consumirse por completo pero, al mismo tiempo, logrando que su sabor impregne la carne. Sonríes al recordar todos los fallidos ensayos previos en los que tu corazón aparentemente bien cocinado seguía sangrando al cortarlo, latiendo al pulso de las arterias aún sin pasar.

La experiencia es un grado, desde luego, así que sigues girando el espetón con el puso firme del cocinero curtido, deteniéndolo un momento para clavar en él el aguijón metálico de la frustración y extraerlo al instante junto con pequeños trocitos amoratados manchando su punta. Aún serán necesarias un par de vueltas más.

Una nueva capa de decepción y un especiado generoso de culpa y recelo acompañan los últimos giros del espetón antes de que tus manos enfundadas en gruesas manoplas de cuero lo extraigan de su soporte para sumergirlo en un cuenco de reflexión y lo devuelvan de inmediato al mismo centro del fuego. Vigilas atentamente con la mirada: La reflexión debe cubrir toda la superficie de manera homogénea, sin grietas que chamusquen la crujiente carne bajo ella ni grumos que queden sin caramelizar. Así, perfecto.

Extraes tu corazón del fuego y lo sacas de una pieza desde el espetón a una bandeja de tamaño adecuado, presentándolo sobre una base de recuerdos y pan de memoria con un par de errores añadiendo una nota de verde intenso como decoración. Y de ahí a la mesa.

Aguardas de pie a que el Tiempo aparezca para degustar tu última obra maestra, poseido por un nerviosismo que no dejas traslucir. ¿Habrás seguido los complejos pasos a la perfección? ¿Habrás cometido algún error imperceptible? ¿Estará correctamente sazonado y especiado? ¿Será de su gusto?

Y entre estas y otras cuestiones el Tiempo aparece, inundando el salón con su amedrentadora presencia y tomando lugar frente a su banquete. Incapaz de atisbar siquiera la enloquecedora mirada de su aterrador rostro te preguntas si esta vez quedará saciado, liberándote de la carga de cocinar tu corazón para él una y otra vez a través de los años. Tensas los puños y aguardas el veredicto.

Grey Arkhane

lunes, 23 de julio de 2012

Dejar atrás

My Name by Lhasa de Sela on Grooveshark  

Es fácil olvidar en los momentos de júbilo que todo tiene un final. Que toda historia se cierra en una última página, que todo camino llega a algún lugar. Que todo acaba tarde o temprano.

Cada proyecto en el que nos embarcamos, cada proceso que iniciamos, acaba sucumbiendo al paso del tiempo ("El tiempo es el destructor de la vida", como dijo André Matos). Pues no sólo las distintas fases de nuestra existencia se suceden en precisos ciclos cerrados, sino también todo aquello que nos rodea: Los lugares en los que habitamos cambian hasta volverse irreconocibles, extraños, y los paisajes de nuestra niñez acaban por desaparecer entre asfalto y cemento. El mundo en el que vivimos avanza vertiginoso hacia su propio e inevitable colapso, víctima de nuestra ceguera ante falsos dioses, pues incluso nuestra existencia como especie ha de llegar a su final.

Transitamos por la Realidad cerrando puertas a nuestras espaldas que nunca volverán a abrirse, dejando también atrás a quienes nos acompañan en ese camino. Amigos, amantes y amores ahogados por el tiempo con llanto e ira, cicatrices que calan en nuestra alma, pesados lastres que se superponen y compactan en las vetas que constituyen nuestra memoria. Pues eso es lo que nos define en última instancia: aquello que hemos dejado atrás, el archivo corrupto de nuestros recuerdos, la experiencia ganada a través del dolor de perder una y otra vez aquello que en algún momento nos hizo felices. A base de traiciones, errores o de las simples consecuencias de elecciones propias y ajenas nos alzamos sobre los cuerpos de aquellos que se pierden en nuestra historia personal para nunca volver, construyendo con los huesos de su recuerdo el armazón de nuestra identidad, regando con la mezcla de su sangre y la propia el árbol de nuestro conocimiento.

Y así avanzamos, creciendo a medida que quemamos el camino a nuestras espaldas, pagando el precio de fracasar al tratar de salvar aquello que amamos para ganar una dudosa sabiduría. Así avanzamos, en realidad siempre solos, perdiendo todo lo demás por el camino hasta llegar al último e ineludible final, en el que hallamos de perdernos también a nosotros mismos.

Hoy extraño al despertar una espalda tendida bajo mi mano y las suaves líneas que mis dedos siguieron tantas veces sobre ella. Un cadáver más en la pila que me alzará a ninguna parte.

Grey Arkhane

jueves, 19 de julio de 2012

La naturaleza del león


The Rains Of Castomere by The National on Grooveshark
  
And who are you, the proud lord said, 
that I must bow so low?
Only a cat of a different coat.
that's all the truth I know.

In a coat of gold or a coat of red,
a lion still has claws,
and mine are long and sharp, my lord,
as long and sharp as yours.

And so he spoke, and so he spoke,
that lord of Castamere,
but now the rains weep o'er his hall,
with no one there to hear.
Yes now the rains weep o'er his hall,
and not a soul to hear.
-Canción de Hielo y Fuego (George R.R. Martin)

jueves, 12 de abril de 2012

Las leyendas de la Guardia


Peaceful Moments by Adam Skorupa on Grooveshark

"Lo haré más agradable...¡un concurso! Regaladle a mis oídos la mejor historia y todas vuestras cuentas serán anuladas. Si no ganáis, deberéis pagar vuestras deudas en siete días u os denunciaré al Magistrado y al Alcalde.

Tres reglas: La historia no puede ser ni completamente verídica, ni completamente falsa, y no la he debido de escuchar nunca antes."

Se guardaron un par de dientes de cada cabeza de las cinco serpientes que una vez rodearon todo lo que era. Los dientes fueron ahuecados para convertirlos en cuernos de alerta. Diez cuernos fueron distribuidos a los asentamientos más grandes de los territorios y fueron tallados para adornar el escudo de cada lugar. Después de veinte inviernos, solo cinco han permanecido: los de Dawnrock, Copperwood, Flintrust, Grasslake y Ferndale. 

Se dice que cuando los cinco cuernos sagrados fueron soplados a la vez sonó un bramido tan fuerte y resonante que pudo incluso haber alejado a un alce en celo en primavera.

En 942, Rosestone y Cedarloch estaban gobernadas por el rey Souree de la corona de plata y el rey Lutch de la corona de oro. Las disputas entre reinos se debían a que ambos habían hecho prisionera a la reina del otro. Como entonces los reyes solucionaban por sí mismos sus problemas, Souree se enfrentó a Lutch en el puente de la cárcel de Cedarloch, en una lucha que los enfrentó hasta que ambos asestaron el golpe mortal. 

Se dice que ninguna de las reinas fue liberada jamás.


Durante la noche más larga del invierno de 1106 en Lillygrove, el fiel guardián de los libros, Gregor, fue testigo de la aparición de un espíritu incorpóreo. El fantasma ratón reivindicaba ser "Calla",  la primera matriarca de la Guardia. Cuando Gregor balbuceó: "Nosotros sólo conocíamos la existencia de la cuarta, Laria, que no escribió nada de sus antecesoras", ella le apuñaló con su espada espectral y se desvaneció.

Allí donde había sido herido, el pelaje de Gregor se volvió blanco brillante y sentía un agudo dolor antes de cada nevada.

La orden de los Wythrashers estaba formada por ocho ratones que montaban pájaros idénticos. Los jinetes conocían sus monturas y les hablaban sin palabras, con sutiles movimientos de cabeza. Ningún ratón conocía su origen ni cómo habían conseguido ese vínculo. Algunos creían que vivían en un nido en lo alto de un fresno en Seyan, pero nunca se demostró. El jefe de la orden, Pedair, y su pájaro Pyra fueron asesinados por un halcón y cayeron al mar.

Los que lo vieron dicen que los otros siete lo siguieron, sin haber sido golpeados, hasta su tumba de agua, de la cual nunca regresaron.

Con la intención de descubrir y de trazar un pasaje marítimo que uniera el mar del norte, alrededor del territorio salvaje, con las aguas del sur cerca de Lillygrove, los exploradores Jakob de Burl y Rupert de Darkwater zarparon junto a una tripulación de diez ratones. Durante una tormenta naufragaron en tierra desconocida. Los exploradores, junto con tres ratones de la tripulación, construyeron una embarcación que les permitió regresar a los territorios de los ratones.

Jakob afirmó que una estrella muy brillante, que formaba parte de una constelación en forma de garza, les había indicado el camino a casa, siguiendo la dirección que apuntaba su pico.

"Entonces prepárate, June...

Mi historia es de hace mucho tiempo, antes de que nuestros peludos ancestros escribieran sus pasados..."

-Leyendas de la Guardia (David Petersen, Varios Artistas)

lunes, 9 de abril de 2012

Eclosión

Dr. Tyrell's Death by Vangelis on Grooveshark

Lo percibes antes de que ocurra, como el suave crujido de las placas tectónicas que precede a la erupción de un volcán. Sientes la negra bilis de la comprensión subir por tu garganta hasta acariciarte el paladar, y la sangre evaporándose en una nube roja que eclipsa tu razón y tu voluntad, ambas incitándote a desatar la merecida furia que las libere.

Les das ese pequeño instante necesario para que bilis y sangre coagulen en ese reptil escamoso que ha de atormentarte en días venideros, ese demonio que ha de arrastrarse por el blando tejido de tu ser alimentándose de sueños e ilusiones, destruyendo certezas y recuerdos. Lo dejas eclosionar, oyendo con náuseas su primer siseo repleto de odio al mundo que le ha dado a luz.

Rápidamente lo agarras con unas tenazas, apretando con fuerza bajo su ahusada cabeza para evitar que muerda las partes aún sanas de tu maltrecha mente y lo sumerges en un recipiente de cristal blindado lleno de ácido. Cierras la tapa hermética y colocas el bote en la cápsula que ha de descender hasta las profundidades olvidadas de tu psique, allí donde nada más llega, allí de dónde nada sale.

Te invade una calma sucia, ausente. En secreto rezas para que esa nueva criatura a la que has enviado al olvido no regrese jamás, no escape nunca de su necesaria prisión. En cuanto lo haces te das cuenta de lo ridículo de tal acto: ningún dios va a escuchar tu súplica, nada va a evitar el regreso del Dragón.

Así que te sientas, distraido, a contar los minutos que te quedan de cordura.

Grey Arkhane

sábado, 31 de marzo de 2012

Lo que quedaba a su paso

Song of Aeolus by Vários on Grooveshark

Conocía aquellas miradas, aquellos ademanes de muertos vivientes, cadáveres que por alguna razón no habían completado su último viaje. El vello en sus antebrazos se erizó: Sabía bien lo que había ocurrido, lo había visto otras veces.

Las crónicas de otras épocas en los que sucesos como aquel eran más frecuentes a menudo ignoraban esa parte, al igual que resultaba muy probable que el pequeño pueblo de Arinde por el que ahora paseaba, aún habitado, apareciese en los anales del Reino seguido de la frase "fue arrasado por la criatura" como si todo hubiera ocurrido en un abrir y cerrar de ojos, como el tajo misericordioso de un verdugo, fruto de un chasquido de dedos. O de fauces.

En parte, se consoló, había sido cosa suya y de otros como él que el espectáculo dantesco que aparecía ante sus ojos fuese cada vez menos habitual. Esperaba que el negocio que le había traido hasta allí se saldase con una notable contribución a tal hecho. Pero, por desgracia, a Arinde ya no le servía para nada.

Las crónicas relataban en ocasiones el momento del impacto, la destrucción de hogares, empalizadas y huertos. Las llamas, la sangre y los cadáveres (o trozos de ellos) lanzados a través del caos como muñecos de paja. Los gritos, las muertes y el terror. Cuando se trataba de una criatura como aquella, las crónicas contaban que pocos sobrevivían y menos aún dejaban constancia fidedigna de los sucesos. Era mentira, por supuesto. Lo que los imaginativos escribanos nunca contaban era que en los lugares arrasados sí sobrevivía gente. Puñados inconexos de hombres, mujeres y niños de lo que antaño habían sido pueblos de cientos de personas, la mayoría de ellos tullidos y con la mente irreparablemente tocada por lo que habían contemplado. Supervivientes a los que habían arrebatado su vida entera...sin permitirles morir. Criaturas grises, ausentes y de mirada vacía que arrastraban en su lenta agonía el peso de los fantasmas de sus familias, amigos y vecinos por las ruinas de sus viejos hogares. Las crónicas tampoco contaban cómo muchos regentes enviaban discretos destacamentos de hombres a acabar lo que los monstruos dejaban, evitando así que aquellos despojos humanos formasen en salvajes bandas, más bestias que hombres, y asaltasen hambrientos y desesperados a comunidades vecinas, viajeros o comerciantes.

En Arinde aún no se escuchaba el tintineo del acero y el ondear de estandartes, pero sí los sollozos y el crepitar de los fuegos aún no extintos. Apenas un par de horas, quizá, no más de media jornada. El rastro era reciente y claro, sabía a dónde se dirigía. Su mano diestra acarició inconscientemente el pomo del arma que llevaba cruzada a la espalda, y espoleó a su montura para ponerla de nuevo al trote. Faltaba poco y, con suerte, no habría otro Arinde. No más siluetas de ojos muertos deambulando temerosas por entre los restos de sus vidas destruidas, desvaneciéndose al paso de los días con la única esperanza del piadoso momento en que finalmente sus corazones dejasen de latir y pudieran dejar atrás el horror.

Iba a matar al Dragón.

Grey Arkhane