domingo, 4 de noviembre de 2012

Cuento de Navidad

Humble Stance by Saga on Grooveshark

Me los encuentro al doblar la esquina, absorto en el reflejo de la luz de gas filtrándose entre la niebla que inunda las calles. En un primer momento le echo la culpa precisamente a la niebla del aspecto que muestran a mis ojos, como difuminado y descolorido, pero enseguida los reconozco y les pregunto por tan inesperado encuentro.

El Fantasma de las Navidades Pasadas ya no me habla de tragedias profundas como surcos de ríos desecados, sino de la fe en el futuro que se perdió en algún momento de mi tránsito de ida y vuelta a esta tierra. Se sienta a jugar con sueños de niño, ignorante de que es ya un anciano. Parece darle igual, y se aferra a sus juguetes esperando que estos se conviertan de nuevo en toda la realidad a su alrededor. El pobre infeliz desaparece con una sonrisa radiante y un cómic en las manos.

El Fantasma de las Navidades Presentes me agarra del hombro y con una sonrisa ebria me invita a una birra. “No bebo”, le contesto mecánicamente, él agota su monstruosa jarra y pide otra a un camarero inexistente. “Peor para ti, colega, peor para ti…”. En su mirada alcoholizada alcanzo a ver cierto brillo cruel, ese brillo que sólo se encuentra en la mirada de un perdedor que ha encontrado alguien de quién burlarse, alguien aún más lamentable que él. Sin embargo, se queda callado y serio y le da otro largo trago a su jarra, inexplicablemente llena de nuevo. “Que te den”, sentencia, “masoca de mierda”. Antes de que pueda contestarle, se esfuma en el aire dedicándome un corte de mangas.

El Fantasma de las Navidades Futuras se encoge de hombros y se lava las manos. “Yo ya no tengo sentido, ni trabajo, tío”, parece decirme, “ya no hay navidades futuras”, y lo dice como quién se ha quitado de encima un marrón, la pesada lápida de las expectativas a cumplir, la agobiante perspectiva de conocer el camino que queda por recorrer. Todo él exuda esa actitud relajada y opiácea de quién ha sobrepasado toda la presión que puede soportar y se deja descarrilar por la pendiente al abismo que hay al otro lado. Este se marcha silbando, con las manos en los bolsillos.

“¡Eh! ¡EH! ¿Y el resto? ¿Y los consejos, las advertencias, la moraleja?”, le grito al silencio nocturno, indignado. “Además, llegáis con un mes de adelanto, mamones”, añado. “Hay que joderse”, pienso, “ni siquiera los cuentos navideños me van como deberían”. Me giro y vuelvo a encaminarme a casa. Una hoja de papel arrastrada por el viento viene a estrellarse contra mi pecho. Parece uno de esos típicos panfletos de predicadores y chamanes callejeros.

***21-12-2012, FIN DEL MUNDO SEGÚN LOS MAYAS ¿ESTÁS PREPARADO?***

“Hijos de puta…”

Grey Arkhane

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