jueves, 22 de noviembre de 2012

La voz verdadera

Place Of Memory by 植松伸夫 on Grooveshark  

Hay una voz que conoce el camino. Una voz que no teme al rumor del mundo y que con ojos despiertos a la memoria vive y recuerda. Plenitud, susurra, y la carne cansada y débil se nutre de nuevas fuerzas como si vistiese a un espíritu distinto. Y tal es, pues esa voz es la voz verdadera, aquella que habla con razón y fluye en armonía con la corriente de las emociones. La voz que encierra el poder de un nombre y el consuelo de un sentido, la voz que reside en el origen de mi ser, donde aún brilla con una luz pura.

Pero entre esa voz y yo se alzan cientos de muros, de agrietados senderos que se retuercen y cruzan hasta acabar en oscuros rincones sin salida. Como capas geológicas se agolpan y acumulan en torno a ese núcleo brillante, ocultándolo ante el mundo, opacando su fulgor, tiñéndolo de la sucia y gris ceniza que la erosión arranca de cada dura corteza. Como hilos atrapados en un gigantesco nudo se abren los pasadizos en esa concéntrica muralla: caóticos, entrelazados y erróneos, indescifrables grietas en su seno de roca cuyos salientes y recovecos deforman la voz verdadera en cientos de ecos malvados, perversas imitaciones que emergen a la superficie en constante disputa, enemigas de la razón y perturbadoras de la emoción que llenan los sombríos pasajes del laberinto con su conflicto sangriento e irresoluble.

Ocurre a veces que susurros de verdad escapan de esta prisión de muros y voces y la angustia que todo lo cubre como un manto de niebla baja se disuelve, se evapora, dejando que la voz verdadera resuene con claridad y confianza. Son momentos de paz y certeza, de vida y voluntad. Deliciosos, brillantes y escasos.

Como guardianes celosos los muros se alzan de nuevo, devolviendo la pegajosa niebla de la angustia al confuso panorama de sus resquebrajados paisajes y el molesto fragor de cientos de voces en guerra al interior de una mente demasiado pequeña para contenerlas. Olvidada la certeza de la voz verdadera, todo lo que queda es la habitual monotonía carente de esperanza. 

Grey Arkhane

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