El olor a ozono rescata mis pensamientos
del veneno de las pasiones enturbiadas,
del humo rojizo y pesado que emploma el alma,
de la sanguínea y bestial ansia del sediento.
Efluvio que me devuelve a lo etéreo y amargo,
a la fatiga de la muerte de los sueños,
a la primordial memoria del ancestral miedo,
al camino que entre las sombras aún es largo.
Aserradas dagas rasgan el cielo plomizo,
bálsamo al erial de los desérticos días,
cegadora bendición de su violento filo.
Zigzag que hiende parda tierra y luz podrida,
resplandor argénteo en la mano de los dioses,
atalaya que guía a la embarcación perdida.
Grey Arkhane
Me gusta, muy intenso.
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