La verdad es que no sé de qué me quejo. ¿No era la soledad lo que secretamente necesitaba, ese proceso de autodescubrimiento que sólo se produce cuando uno quema sus puentes con lo que le rodea y se coloca de espaldas al paredón, abandonado a los cañones inmisericordes de la vida? ¿Acaso no he conspirado contra mi mismo todo este tiempo, buscando deshacerme de toda esa dependencia que enturbiaba mi voluntad?
Y aún así mantengo la privada hipocresía de la tristeza cuando ese abandono finalmente se produce. Mi corazón languidece en mordientes dolores por la repentina ausencia de los pilares en los que depositaba mi confianza, pero en el fondo mi mente permanece convencida de que librarme de todo lo que me daña, frena o impide mejorar es el mejor modo de alcanzar ese estado de paz que necesito para vivir. Sería sencillo mandar al carajo al primero de no ser por esa maravillosa pregunta: ¿Y si me equivoco? ¿Y si en realidad estoy dejando escapar algo más importante incluso que el propio autodominio, o quizá vital para su consecución?
Bueno...ahora ya poco importan las dudas. El daño está hecho, y las motosierras arrojadas al foso más profundo del olvido(aunque volverán...siempre vuelven). Hora de reaccionar y (re)aprender a vivir en esta soledad que, para qué negarlo, me he ganado a pulso.
Grey Arkhane
Salvando la paradoja entre continente y contenido, no puedo evitar recordar al leerte a cierto psicólogo humanista -que como todo buen psicologo y mejor humanista se empeñaba en encofrar todas las psiques humanas en un mismo patrón-.
ResponderEliminarMaslow nos daba una poliédrica respuesta a tus preguntas. Sé lo difícil que es para todo ser humano acallar la vocecilla interior que nos dice "No, yo no" -y me doy cuenta de la paradoja que introduzco al caer en el mismo error-, aunque sólo sea durante el tiempo suficiente como para considerar si se és un buen ejemplo de lo expuesto o no.
Sea como sea, para algunos y contra todo pronóstico -o más bien debería decir contra todo prongótico-, la necesidad de independencia no surge hasta después de haber satisfecho la necesidad de dependencia.
Lo que quiero decir, es que no te fustigues por que tu necesidad de independencia sea más fuerte que la de otros, y no olvides que la necesidad de afiliación tiene muchas facetas -más que un poliedro-, y muchas vías para ser satisfecha.
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Curioso e improbable objetivo que me he planteado al intentar llenar una crónica de vacíos...