Hace dos noches soñé que volvía a escribir. Unas palabras sencillas, apenas un movimiento de apertura, sobre la repentina llegada del Otoño, el abandono de los viejos esquemas y la felicidad en el filo de una espada. Un punto de partida para este nuevo intento de reconducir mi mente perdida en esa nebulosa de sentimientos amputados y ánimos encadenados de la que hace tiempo que no sale.
Un gesto simple con el que recuperar esos momentos de calma en los que enfrentarse al espejo de la propia conciencia, a las respuestas escondidas tras los muros y las máscaras, en ese lento aprendizaje de las pequeñas enseñanzas y descubrimientos diarios que muchas veces dejamos perderse en el olvido, rescatando el abandonado ritual de compartir mis pensamientos en la compañía habitual de una taza de algo caliente, las melodías de bardos desconocidos y el transcurrir de las estaciones a través de mi ventana.
El mundo se mueve, inexorable, y el tiempo se pliega en uno de esos puntos de ruptura en los que es necesario colgarse el Escudo a la espalda e intentar evitar que las corrientes te arrastren a costas indeseadas. Este es un momento de cambio, aquí comienza la crónica de lo que ha de venir.
Grey Arkhane
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