viernes, 28 de octubre de 2011

Barreras infranqueables


Creo que va a resultar complicado llevar adelante esta crónica. Desde un principio tenía clara mi intención de no convertirla en una simple enumeración de los acontecimientos, en su mayoría intrascendentes, que constituyen mi día a día, sino buscar...recuperar, mejor dicho, esos momentos de calma en los que encontraba en mi mismo esas ideas capaces de dar sentido a jornadas francamente absurdas. Explicaciones, reflexiones, confesiones y revelaciones, fruto de esos instantes de autoexamen a los que me entregaba regularmente hace tiempo.

Sin embargo, parece que ahora lo único que consigo es esa infame estática que puebla mi mente. Como barcos de plomo intentando mantenerse a flote, las ideas resbalan y se hunden en la confusa niebla del interior de mi cabeza, y mi ojo interior se ve incapaz de alcanzarlas. A veces tengo la sensación de que hay una barrera entre unas y otro y a veces simplemente siento que se han ido para no volver, convirtiéndome con ello en un cascarón sintiente, apenas animal en mi comportamiento reactivo e insensato frente a lo que me rodea.

Por más que lo intento, no soy capaz de desembarazarme de ese pegajoso impedimento. No soy capaz de traspasar esa barrera, de levantar esa niebla. Y dejando a un lado las graves consecuencias que ello tiene sobre quienes me rodean (pues incapaz de comprender ni mis propias motivaciones actúo como un rinoceronte en una cristalería, asestando palos de ciego que más bien son cuchilladas de demente), me inquieta sobremanera el hecho de no encontrar la manera de ponerle remedio.

Me encuentro perdido en el fango de mi propia mente. Y he tardado treinta y cuatro minutos en expresar ese hecho en los tres míseros párrafos que acabas de leer.

Grey Arkhane

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