lunes, 30 de julio de 2012

Via Lactea (caer hacia el cielo)

The Liminal Passage by Eluveitie on Grooveshark  

Según la teoría del multiverso, ahora mismo elijo no escribir esto. Apago el ordenador, me arrojo al acogedor colchón y hundo mi cabeza en la almohada, cayendo inconsciente hasta el nuevo amanecer al que recibo con una sonrisa.

Pero también aguanto algo más de tiempo despierto, poniendo a trabajar mi memoria para llevar las horas recientes a palabras que permanezcan más allá del propio recuerdo, más puro e intenso pero también efímero.

El cansancio en mis piernas y mis hombros guarda el ritmo de incontables pasos naciendo en un sacrificado ascenso bajo el sol poniente y finalizando junto al castillo frente al lago, tan lejos de donde en un principio pensaron llegar, tomado el imprevisible camino de la aventura frente al discurrir de las líneas sobre un mapa. Manos y pies atesoran el tacto del bastón al buscar apoyo, el trabajoso discurrir por los senderos sembrados de cantos y las diversas ascensiones al techo del mundo, de donde mis ojos albergan el vuelo de las águilas sobre los valles y cumbres que se pliegan hacia el horizonte, y mi corazón la pérdida del miedo.

Elegimos, tres aventureros, investigar las maquinaciones de retirados genios maléficos, contemplar la mirada intrigada en el oscuro rostro de la muerte y perseguir al último fulgor del día. Asistimos al horror que habitamos cada día, nuestros pulmones exultantes de aire verdadero y relajados por fin tras tanto tiempo de sufrimiento, nuestros oídos sumergidos en la ausencia de tormento. Y con valor afrontamos la noche, en la complicidad de quienes se encuentran en los rincones del fin del mundo, para caminar al amparo de la cariñosa guía de Selene.

Allí donde a la mañana siguiente nos encontramos perdidos hicimos nuestra la tenacidad de seguir adelante, a la incertidumbre que se cernía sobre nuestro devenir en lugar de acogernos a la falsa seguridad del futuro conocido. Los errores nos llevaron al conocimiento, y este a la experiencia de los pasajes encontrados a bosques que nunca esperamos llegar a ver, al final inesperado y satisfactorio de un día que se dividió en dos.

Y, entre medias, la labor compartida del hogar repentino, el sueño abrigado en la cercanía de quienes comparten tus andanzas, el Gran Misterio expuesto ante nuestros ojos. Bajo la pálida mirada de la diosa y el auspicio de los astros, tres almas cayeron hacia el vacío a través del blanco pasaje a Santiago que cruza el núcleo de nuestra galaxia, Camino sacro en el cielo que refleja a aquel en la tierra. En ese momento nos hicimos pequeños y al tiempo infinitos, bendecidos con la luz de los deseos que habrán de cumplirse, armados con la revelación de la serenidad encontrada más allá de nuestras propias vidas.

Regresamos a ellas al final del día, exhaustos y plenos. Ahora los tres dormimos un merecido y profundo sueño, mientras yo aún cierro la crónica de tales sucesos.

Cosas del multiverso.

Grey Arkhane

miércoles, 25 de julio de 2012

Sturm und drang

Dawnrazor (live) by Fields of the Nephilim on Grooveshark

El olor a ozono rescata mis pensamientos 
del veneno de las pasiones enturbiadas, 
del humo rojizo y pesado que emploma el alma,
de la sanguínea y bestial ansia del sediento.

Efluvio que me devuelve a lo etéreo y amargo,
a la fatiga de la muerte de los sueños,
a la primordial memoria del ancestral miedo,
al camino que entre las sombras aún es largo.

Aserradas dagas rasgan el cielo plomizo,
bálsamo al erial de los desérticos días,
cegadora bendición de su violento filo.

Zigzag que hiende parda tierra y luz podrida,
resplandor argénteo en la mano de los dioses,
atalaya que guía a la embarcación perdida.

Grey Arkhane

Bocado de reyes

Skin and Bones by Foo Fighters on Grooveshark 

Lentamente giras el espetón, permitiendo que las llamas de esa ira perenne y callada que crepita en tu interior laman con cuidado cada porción de la superficie crujiente que rodea tu corazón. Observas cómo estalla una pequeña burbuja de rojiza esperanza que cae al fuego con un chisporroteo y suspiras con la resignación necesaria para las tareas pacientes.

Sin dejar de girar cuidadosamente el tostado pedazo de carne, aplicas con una pequeña brocha una nueva capa de decepción y le añades un chorrito de despecho. Las llamas trepan sobre la carne al contacto del espirituoso líquido, recorriendo las vetas venosas antes de extinguirse. Ahí está el secreto, piensas, en ese añadido continuo de emociones intensas, cada vez menores, que tiento a tiento churruscan cada vez más la corteza del corazón volviéndola dura y crujiente sin que pierda su sabor o se consuma en cenizas, dejando reducir la esperanza que alberga en su interior hasta consumirse por completo pero, al mismo tiempo, logrando que su sabor impregne la carne. Sonríes al recordar todos los fallidos ensayos previos en los que tu corazón aparentemente bien cocinado seguía sangrando al cortarlo, latiendo al pulso de las arterias aún sin pasar.

La experiencia es un grado, desde luego, así que sigues girando el espetón con el puso firme del cocinero curtido, deteniéndolo un momento para clavar en él el aguijón metálico de la frustración y extraerlo al instante junto con pequeños trocitos amoratados manchando su punta. Aún serán necesarias un par de vueltas más.

Una nueva capa de decepción y un especiado generoso de culpa y recelo acompañan los últimos giros del espetón antes de que tus manos enfundadas en gruesas manoplas de cuero lo extraigan de su soporte para sumergirlo en un cuenco de reflexión y lo devuelvan de inmediato al mismo centro del fuego. Vigilas atentamente con la mirada: La reflexión debe cubrir toda la superficie de manera homogénea, sin grietas que chamusquen la crujiente carne bajo ella ni grumos que queden sin caramelizar. Así, perfecto.

Extraes tu corazón del fuego y lo sacas de una pieza desde el espetón a una bandeja de tamaño adecuado, presentándolo sobre una base de recuerdos y pan de memoria con un par de errores añadiendo una nota de verde intenso como decoración. Y de ahí a la mesa.

Aguardas de pie a que el Tiempo aparezca para degustar tu última obra maestra, poseido por un nerviosismo que no dejas traslucir. ¿Habrás seguido los complejos pasos a la perfección? ¿Habrás cometido algún error imperceptible? ¿Estará correctamente sazonado y especiado? ¿Será de su gusto?

Y entre estas y otras cuestiones el Tiempo aparece, inundando el salón con su amedrentadora presencia y tomando lugar frente a su banquete. Incapaz de atisbar siquiera la enloquecedora mirada de su aterrador rostro te preguntas si esta vez quedará saciado, liberándote de la carga de cocinar tu corazón para él una y otra vez a través de los años. Tensas los puños y aguardas el veredicto.

Grey Arkhane

lunes, 23 de julio de 2012

Dejar atrás

My Name by Lhasa de Sela on Grooveshark  

Es fácil olvidar en los momentos de júbilo que todo tiene un final. Que toda historia se cierra en una última página, que todo camino llega a algún lugar. Que todo acaba tarde o temprano.

Cada proyecto en el que nos embarcamos, cada proceso que iniciamos, acaba sucumbiendo al paso del tiempo ("El tiempo es el destructor de la vida", como dijo André Matos). Pues no sólo las distintas fases de nuestra existencia se suceden en precisos ciclos cerrados, sino también todo aquello que nos rodea: Los lugares en los que habitamos cambian hasta volverse irreconocibles, extraños, y los paisajes de nuestra niñez acaban por desaparecer entre asfalto y cemento. El mundo en el que vivimos avanza vertiginoso hacia su propio e inevitable colapso, víctima de nuestra ceguera ante falsos dioses, pues incluso nuestra existencia como especie ha de llegar a su final.

Transitamos por la Realidad cerrando puertas a nuestras espaldas que nunca volverán a abrirse, dejando también atrás a quienes nos acompañan en ese camino. Amigos, amantes y amores ahogados por el tiempo con llanto e ira, cicatrices que calan en nuestra alma, pesados lastres que se superponen y compactan en las vetas que constituyen nuestra memoria. Pues eso es lo que nos define en última instancia: aquello que hemos dejado atrás, el archivo corrupto de nuestros recuerdos, la experiencia ganada a través del dolor de perder una y otra vez aquello que en algún momento nos hizo felices. A base de traiciones, errores o de las simples consecuencias de elecciones propias y ajenas nos alzamos sobre los cuerpos de aquellos que se pierden en nuestra historia personal para nunca volver, construyendo con los huesos de su recuerdo el armazón de nuestra identidad, regando con la mezcla de su sangre y la propia el árbol de nuestro conocimiento.

Y así avanzamos, creciendo a medida que quemamos el camino a nuestras espaldas, pagando el precio de fracasar al tratar de salvar aquello que amamos para ganar una dudosa sabiduría. Así avanzamos, en realidad siempre solos, perdiendo todo lo demás por el camino hasta llegar al último e ineludible final, en el que hallamos de perdernos también a nosotros mismos.

Hoy extraño al despertar una espalda tendida bajo mi mano y las suaves líneas que mis dedos siguieron tantas veces sobre ella. Un cadáver más en la pila que me alzará a ninguna parte.

Grey Arkhane

jueves, 19 de julio de 2012

La naturaleza del león


The Rains Of Castomere by The National on Grooveshark
  
And who are you, the proud lord said, 
that I must bow so low?
Only a cat of a different coat.
that's all the truth I know.

In a coat of gold or a coat of red,
a lion still has claws,
and mine are long and sharp, my lord,
as long and sharp as yours.

And so he spoke, and so he spoke,
that lord of Castamere,
but now the rains weep o'er his hall,
with no one there to hear.
Yes now the rains weep o'er his hall,
and not a soul to hear.
-Canción de Hielo y Fuego (George R.R. Martin)