lunes, 31 de octubre de 2011

Noir



Pero ¿en qué consiste exactamente lo "noir"? El crítico Ian Ousby asegura que "elude cualquier definición", pero él se considera capaz de identificar alguno de los elementos, a saber: "detectives duros, maderos brutales, mafiosos, criminales de chichinabo, asesinos tarados, fugitivos, femmes fatales y, a partir de mediados de los años 40 del pasado siglo, veteranos de guerra torturados que consumen su existencia entre cuatro paredes o en las calles anónimas de la ciudad. Su característico estado interior es la confusión, el miedo o la obsesión; sus relaciones prototípicas con los demás son la intriga o la traición; la consecuencia inherente, la derrota"

 - Ian Rankin, introducción de Criminal: Los Pecadores (Ed Brubaker, Sean Phillips)

Privada hipocresía

Creeping Shadow ~Battle With the Colossus~ by Koh Otani on Grooveshark

La verdad es que no sé de qué me quejo. ¿No era la soledad lo que secretamente necesitaba, ese proceso de autodescubrimiento que sólo se produce cuando uno quema sus puentes con lo que le rodea y se coloca de espaldas al paredón, abandonado a los cañones inmisericordes de la vida? ¿Acaso no he conspirado contra mi mismo todo este tiempo, buscando deshacerme de toda esa dependencia que enturbiaba mi voluntad?

Y aún así mantengo la privada hipocresía de la tristeza cuando ese abandono finalmente se produce. Mi corazón languidece en mordientes dolores por la repentina ausencia de los pilares en los que depositaba mi confianza, pero en el fondo mi mente permanece convencida de que librarme de todo lo que me daña, frena o impide mejorar es el mejor modo de alcanzar ese estado de paz que necesito para vivir. Sería sencillo mandar al carajo al primero de no ser por esa maravillosa pregunta: ¿Y si me equivoco? ¿Y si en realidad estoy dejando escapar algo más importante incluso que el propio autodominio, o quizá vital para su consecución?

Bueno...ahora ya poco importan las dudas. El daño está hecho, y las motosierras arrojadas al foso más profundo del olvido(aunque volverán...siempre vuelven). Hora de reaccionar y (re)aprender a vivir en esta soledad que, para qué negarlo, me he ganado a pulso.

Grey Arkhane

sábado, 29 de octubre de 2011

El precio a pagar



En momentos como este me pregunto si realmente he aprendido algo. Hace ya más de ocho años que dejé con tanta tristeza como determinación mi amada tierra para venirme a la Capital a estudiar. En todo este tiempo en el que casi he cumplido aquella tarea incial he conocido a docenas de personas, cada una de las cuales me ha mostrado un nuevo fragmento del mundo, pequeñas piezas de puzzle que con el paso del tiempo me han abierto los horizontes de la Realidad en la que vivimos, me han hecho ver mucho más allá de lo que jamás hubiera imaginado y me han llevado a una eterna guerra interna en la que las fronteras de mi propio ser se han movido hasta volverse irreconocibles.

He sido increíblemente feliz en esas escasas ocasiones en las que encontré un sentido a mi existencia, a menudo(pero no sólo) cuando mi corazón creía haber encontrado una dueña capaz de domarlo y comprenderlo. Me enamoré más veces de las que me atrevo a reconocer, y sufrí muchas más de las que debería, casi todas por mi culpa, rebasando en ambos casos los límites de mis propios sentimientos para adentrarme en territorios tan desconocidos como perturbadores.

Guiado por ese sufrimiento caminé en dos ocasiones hasta el Fin del Mundo, buscando expiación y respuestas. No las encontré, pero a cambio atisbé revelaciones incluso más valiosas...que el giro de la rueda del tiempo hizo que acabase volviendo a perder.

Poco a poco fui aprendiendo que el conocimiento tiene el precio de la inocencia y que el sufrimiento es el único maestro en cuyas lecciones puede confiarse. Que el dolor, en definitiva, es el precio de la sabiduría.

Sin embargo, echando la vista atrás...toda esa experiencia no me ha traído calma, entereza o clarividencia, sino más bien todo lo contrario, llevándome cada vez más y más lejos, en una espiral divergente, de aquel punto en el que recuerdo que era feliz.

Todo parece ir de mal en peor, y no puedo evitar sentirme como un idiota cada vez que pienso en el alto precio que he tenido que pagar, en estos años, por una sabiduría que no poseo...

Grey Arkhane

viernes, 28 de octubre de 2011

Barreras infranqueables


Creo que va a resultar complicado llevar adelante esta crónica. Desde un principio tenía clara mi intención de no convertirla en una simple enumeración de los acontecimientos, en su mayoría intrascendentes, que constituyen mi día a día, sino buscar...recuperar, mejor dicho, esos momentos de calma en los que encontraba en mi mismo esas ideas capaces de dar sentido a jornadas francamente absurdas. Explicaciones, reflexiones, confesiones y revelaciones, fruto de esos instantes de autoexamen a los que me entregaba regularmente hace tiempo.

Sin embargo, parece que ahora lo único que consigo es esa infame estática que puebla mi mente. Como barcos de plomo intentando mantenerse a flote, las ideas resbalan y se hunden en la confusa niebla del interior de mi cabeza, y mi ojo interior se ve incapaz de alcanzarlas. A veces tengo la sensación de que hay una barrera entre unas y otro y a veces simplemente siento que se han ido para no volver, convirtiéndome con ello en un cascarón sintiente, apenas animal en mi comportamiento reactivo e insensato frente a lo que me rodea.

Por más que lo intento, no soy capaz de desembarazarme de ese pegajoso impedimento. No soy capaz de traspasar esa barrera, de levantar esa niebla. Y dejando a un lado las graves consecuencias que ello tiene sobre quienes me rodean (pues incapaz de comprender ni mis propias motivaciones actúo como un rinoceronte en una cristalería, asestando palos de ciego que más bien son cuchilladas de demente), me inquieta sobremanera el hecho de no encontrar la manera de ponerle remedio.

Me encuentro perdido en el fango de mi propia mente. Y he tardado treinta y cuatro minutos en expresar ese hecho en los tres míseros párrafos que acabas de leer.

Grey Arkhane

miércoles, 26 de octubre de 2011

Temporada de lluvias


Hace dos noches soñé que volvía a escribir. Unas palabras sencillas, apenas un movimiento de apertura, sobre la repentina llegada del Otoño, el abandono de los viejos esquemas y la felicidad en el filo de una espada. Un punto de partida para este nuevo intento de reconducir mi mente perdida en esa nebulosa de sentimientos amputados y ánimos encadenados de la que hace tiempo que no sale.

Un gesto simple con el que recuperar esos momentos de calma en los que enfrentarse al espejo de la propia conciencia, a las respuestas escondidas tras los muros y las máscaras, en ese lento aprendizaje de las pequeñas enseñanzas y descubrimientos diarios que muchas veces dejamos perderse en el olvido, rescatando el abandonado ritual de compartir mis pensamientos en la compañía habitual de una taza de algo caliente, las melodías de bardos desconocidos y el transcurrir de las estaciones a través de mi ventana.

El mundo se mueve, inexorable, y el tiempo se pliega en uno de esos puntos de ruptura en los que es necesario colgarse el Escudo a la espalda e intentar evitar que las corrientes te arrastren a costas indeseadas. Este es un momento de cambio, aquí comienza la crónica de lo que ha de venir.

Grey Arkhane