La sangre se lleva el calor de mi vida,
y apaga en mis ojos la esquiva sonrisa.
El hierro candente cierra la herida
detiene la hemorragia y la cauteriza.
La llama se acerca a la esquina de tus recuerdos,
empapados en lágrimas de gasolina.
La rueda gira con su rumor incansable
trayendo cambio sin variación,
constante destrucción de lo alcanzado,
ouroboros sempiterno
reptando sobre su vientre escamoso y sangriento.
Pasos que se repiten trazando espirales,
algo termina, algo comienza,
ojos que se abren a lo que no quieren ver,
horror desvelado:
el futuro tiene el mismo rostro que el pasado.
Conozco a cada palmo, maldita la gracia,
lo que ocurrirá en los próximos dos años.
Y tras ellos cada palabra, cada página,
cada capítulo restante de lo que me aguarda en la vida.
Grey Arkhane
y apaga en mis ojos la esquiva sonrisa.
El hierro candente cierra la herida
detiene la hemorragia y la cauteriza.
La llama se acerca a la esquina de tus recuerdos,
empapados en lágrimas de gasolina.
La rueda gira con su rumor incansable
trayendo cambio sin variación,
constante destrucción de lo alcanzado,
ouroboros sempiterno
reptando sobre su vientre escamoso y sangriento.
Pasos que se repiten trazando espirales,
algo termina, algo comienza,
ojos que se abren a lo que no quieren ver,
horror desvelado:
el futuro tiene el mismo rostro que el pasado.
Conozco a cada palmo, maldita la gracia,
lo que ocurrirá en los próximos dos años.
Y tras ellos cada palabra, cada página,
cada capítulo restante de lo que me aguarda en la vida.
Grey Arkhane