lunes, 9 de abril de 2012

Eclosión

Dr. Tyrell's Death by Vangelis on Grooveshark

Lo percibes antes de que ocurra, como el suave crujido de las placas tectónicas que precede a la erupción de un volcán. Sientes la negra bilis de la comprensión subir por tu garganta hasta acariciarte el paladar, y la sangre evaporándose en una nube roja que eclipsa tu razón y tu voluntad, ambas incitándote a desatar la merecida furia que las libere.

Les das ese pequeño instante necesario para que bilis y sangre coagulen en ese reptil escamoso que ha de atormentarte en días venideros, ese demonio que ha de arrastrarse por el blando tejido de tu ser alimentándose de sueños e ilusiones, destruyendo certezas y recuerdos. Lo dejas eclosionar, oyendo con náuseas su primer siseo repleto de odio al mundo que le ha dado a luz.

Rápidamente lo agarras con unas tenazas, apretando con fuerza bajo su ahusada cabeza para evitar que muerda las partes aún sanas de tu maltrecha mente y lo sumerges en un recipiente de cristal blindado lleno de ácido. Cierras la tapa hermética y colocas el bote en la cápsula que ha de descender hasta las profundidades olvidadas de tu psique, allí donde nada más llega, allí de dónde nada sale.

Te invade una calma sucia, ausente. En secreto rezas para que esa nueva criatura a la que has enviado al olvido no regrese jamás, no escape nunca de su necesaria prisión. En cuanto lo haces te das cuenta de lo ridículo de tal acto: ningún dios va a escuchar tu súplica, nada va a evitar el regreso del Dragón.

Así que te sientas, distraido, a contar los minutos que te quedan de cordura.

Grey Arkhane

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