Me miro al espejo de luces y sombras bajo el velo de este lunes que se disfraza de domingo. Fruto de lances inútiles de la voluntad frente al opresivo peso de la decepción, aguardo sentado en mi puesto a una carga que no llega, preguntándome en vano por qué no soy capaz de reunir las fuerzas necesarias para ser yo quién de el primer paso del inevitable conflicto.
Supongo que lo único que veo con estos ojos torpes y esta mente ofuscada son brumas en cuyo interior apenas alcanzo a vislumbrar el movimiento de fantasmas tan sólo imaginados y que es precisamente esa última cualidad la que me frena y bloquea, temiendo que un fogoso avance sólo revele, como tantas otras veces, la perturbadora ausencia de todo enemigo, la devastadora certeza de lo irrelevante de todo lo hecho o por hacer en mi vida.
Y aún así quizá esa carga desesperada, ese acto de furia pretendido como último, sea la que me saque de esta yerma sucesión de domingos consumiéndome en el proceso, el último vuelo de un fénix moribundo.
Mi rostro me devuelve la mirada, consciente de que ni la cegadora luz del mediodía puede arrancarle las sombras que viste.
Grey Arkhane
"(...) Antes que te derribe, olmo del Duero,
ResponderEliminarcon su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera."
Que al menos es grito de esperanza, aunque angustiada.