jueves, 12 de abril de 2012

Las leyendas de la Guardia


Peaceful Moments by Adam Skorupa on Grooveshark

"Lo haré más agradable...¡un concurso! Regaladle a mis oídos la mejor historia y todas vuestras cuentas serán anuladas. Si no ganáis, deberéis pagar vuestras deudas en siete días u os denunciaré al Magistrado y al Alcalde.

Tres reglas: La historia no puede ser ni completamente verídica, ni completamente falsa, y no la he debido de escuchar nunca antes."

Se guardaron un par de dientes de cada cabeza de las cinco serpientes que una vez rodearon todo lo que era. Los dientes fueron ahuecados para convertirlos en cuernos de alerta. Diez cuernos fueron distribuidos a los asentamientos más grandes de los territorios y fueron tallados para adornar el escudo de cada lugar. Después de veinte inviernos, solo cinco han permanecido: los de Dawnrock, Copperwood, Flintrust, Grasslake y Ferndale. 

Se dice que cuando los cinco cuernos sagrados fueron soplados a la vez sonó un bramido tan fuerte y resonante que pudo incluso haber alejado a un alce en celo en primavera.

En 942, Rosestone y Cedarloch estaban gobernadas por el rey Souree de la corona de plata y el rey Lutch de la corona de oro. Las disputas entre reinos se debían a que ambos habían hecho prisionera a la reina del otro. Como entonces los reyes solucionaban por sí mismos sus problemas, Souree se enfrentó a Lutch en el puente de la cárcel de Cedarloch, en una lucha que los enfrentó hasta que ambos asestaron el golpe mortal. 

Se dice que ninguna de las reinas fue liberada jamás.


Durante la noche más larga del invierno de 1106 en Lillygrove, el fiel guardián de los libros, Gregor, fue testigo de la aparición de un espíritu incorpóreo. El fantasma ratón reivindicaba ser "Calla",  la primera matriarca de la Guardia. Cuando Gregor balbuceó: "Nosotros sólo conocíamos la existencia de la cuarta, Laria, que no escribió nada de sus antecesoras", ella le apuñaló con su espada espectral y se desvaneció.

Allí donde había sido herido, el pelaje de Gregor se volvió blanco brillante y sentía un agudo dolor antes de cada nevada.

La orden de los Wythrashers estaba formada por ocho ratones que montaban pájaros idénticos. Los jinetes conocían sus monturas y les hablaban sin palabras, con sutiles movimientos de cabeza. Ningún ratón conocía su origen ni cómo habían conseguido ese vínculo. Algunos creían que vivían en un nido en lo alto de un fresno en Seyan, pero nunca se demostró. El jefe de la orden, Pedair, y su pájaro Pyra fueron asesinados por un halcón y cayeron al mar.

Los que lo vieron dicen que los otros siete lo siguieron, sin haber sido golpeados, hasta su tumba de agua, de la cual nunca regresaron.

Con la intención de descubrir y de trazar un pasaje marítimo que uniera el mar del norte, alrededor del territorio salvaje, con las aguas del sur cerca de Lillygrove, los exploradores Jakob de Burl y Rupert de Darkwater zarparon junto a una tripulación de diez ratones. Durante una tormenta naufragaron en tierra desconocida. Los exploradores, junto con tres ratones de la tripulación, construyeron una embarcación que les permitió regresar a los territorios de los ratones.

Jakob afirmó que una estrella muy brillante, que formaba parte de una constelación en forma de garza, les había indicado el camino a casa, siguiendo la dirección que apuntaba su pico.

"Entonces prepárate, June...

Mi historia es de hace mucho tiempo, antes de que nuestros peludos ancestros escribieran sus pasados..."

-Leyendas de la Guardia (David Petersen, Varios Artistas)

lunes, 9 de abril de 2012

Eclosión

Dr. Tyrell's Death by Vangelis on Grooveshark

Lo percibes antes de que ocurra, como el suave crujido de las placas tectónicas que precede a la erupción de un volcán. Sientes la negra bilis de la comprensión subir por tu garganta hasta acariciarte el paladar, y la sangre evaporándose en una nube roja que eclipsa tu razón y tu voluntad, ambas incitándote a desatar la merecida furia que las libere.

Les das ese pequeño instante necesario para que bilis y sangre coagulen en ese reptil escamoso que ha de atormentarte en días venideros, ese demonio que ha de arrastrarse por el blando tejido de tu ser alimentándose de sueños e ilusiones, destruyendo certezas y recuerdos. Lo dejas eclosionar, oyendo con náuseas su primer siseo repleto de odio al mundo que le ha dado a luz.

Rápidamente lo agarras con unas tenazas, apretando con fuerza bajo su ahusada cabeza para evitar que muerda las partes aún sanas de tu maltrecha mente y lo sumerges en un recipiente de cristal blindado lleno de ácido. Cierras la tapa hermética y colocas el bote en la cápsula que ha de descender hasta las profundidades olvidadas de tu psique, allí donde nada más llega, allí de dónde nada sale.

Te invade una calma sucia, ausente. En secreto rezas para que esa nueva criatura a la que has enviado al olvido no regrese jamás, no escape nunca de su necesaria prisión. En cuanto lo haces te das cuenta de lo ridículo de tal acto: ningún dios va a escuchar tu súplica, nada va a evitar el regreso del Dragón.

Así que te sientas, distraido, a contar los minutos que te quedan de cordura.

Grey Arkhane